sábado, 8 de enero de 2011

90 diário

Se sube al bus, mira por la ventana mientras este se pone en marcha, intenta fijar la vista en algún sitio, centrar su atención en algo para no estar pensando siempre en lo mismo y así calmar los nervios.
Ha llegado el día, por fin ha quedado con ella, se siente nervioso, alterado, taquicárdico, contento exultante, miedoso, feliz…y todo en apenas 1,70 de masa corporal. Desde que la conoció ha soñado con cómo sería el momento en que se vieran a solas, que sucedería, como se saludarían, cuál sería la actitud, cual debiera ser la suya, cercano, pero no mucho, interesado, pero no baboso, pendiente, pero no agobiante, simpático, pero no falso…pero no pensó que en breve llegaría el momento de la verdad, y ahora, a apenas unos minutos de encontrarse con ella repasa mentalmente lo que debe hacer: “ Sé tú pequeño y todo saldrá bien, compórtate como eres en realidad, tal y como llevas haciendo este tiempo, demuéstrale que mereces la pena, que no ha sido en balde el camino hasta este momento, que no se ha equivocado al pensar que le puedes interesar”.
Se ha sentado al lado de la ventana para que el aire que entra le dé en la cara y le refresque las ideas, y si de paso le calma un poco el dolor de cabeza que sufre debido a la emoción pues mejor que mejor. El bus llega a la estación, ahora solo le queda coger un metro y andar un poco hasta llegar al punto establecido donde deben verse. En el metro se le aceleran las pulsaciones más aún, solo está a 10 minutos de mirarla a esos ojazos azules directamente, ¿será capaz? ¿O mirará para otro sitio?- Dios ¿y si no le gusto?, ¿y si no funciona? ¿Y si no soy lo que busca??ay ay ay!!!!!! Camina ya hacia la mítica puerta del sol, mirándose en todos los escaparates para confirmar que todo está bien, que está mono… y llega al lugar elegido. Llega el primero, y los 5 minutos de espera se le hacen interminables, nota el corazón latiendo a mas pulsaciones de las recomendadas, observa a su alrededor ansioso, intentando encontrarse con ella…y de repente aparece, guapísima como no podía sr de otra manera, sonriente, y tan nerviosa como él.
Lo que ocurrió después, es cosa del destino… ¿o no? Las coincidencias existen, e influyen, es indudable, pero las relaciones no se forjan a basa de coincidencias ni de casualidades. Se solidifican a base de de esfuerzo, de sacrificio de tesón y constancia, y se embellecen por medio de amor, detalles, risas y juegos, besos y caricias… Supongo que se gustaron, y quiero creer que les queda mucho por vivir, y que esa cita fue el principio de algo que duró años, pero la verdad es que eso no depende de mí, sino de ellos y su entrega, de su fuerza de voluntad, de su cariño. Aunque….tengo un presentimiento…lo harán bien, más que bien…seguro que dentro de muchos noventas estaremos hablando aún de ellos.

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