sábado, 8 de enero de 2011

El alumnado y su mutismo

Hace unos día se llevó a cabo una injusticia en el Real, Conservatorio superior de Madrid (una de tantas) en la elección del profesor de Canto Gregoriano. Pero no, ese no es el motivo de las siguientes letras. La siguiente nota, o mini artículo, o como se quiera llamar, no pretender ser una denuncia sobre la supra scripta injusticia, para eso ya está el foro Veterodoxia, (que os animo a visitar, y participar).

Estas letras son el resultado de la lectura de algunas opiniones de dicho foro, en el que podemos leer a Pepe Rey, Jacinto Torres, Elisa Ruíz o a Xoán M.Carreira. De las opiniones de tan eminentes personalidades de la musicología española, se coligen una serie de temas interesantísimos de tratar, como el que cierra, por el momento, el blog. Los alumnos y su mutismo.

Es cierto que es difícil, que es arriesgado, que te juegas mucho, pero de ahí a que traguemos con todo, que permitamos todo tipo de abusos y fechorías (por llamarlas de una manera suave) va mucha diferencia. Durante mi estancia en el conservatorio de Salamanca he visto un sin fin de injusticias, de despotismos (pero ni mucho menos ilustrados), y lo que es peor, he visto y vivido desidia, incompetencia disfrazada de buenas palabras, he visto compadreo del dañino, encubrimiento y sobre todo mutismo. Ni una sola palabra, hasta hace bien poco, sobre los actos punibles de los profesores más faltos de pericia (eufemísticamente hablando). Ni una denuncia por parte de los compañeros, que en demasiadas ocasiones eran debidos a todo lo que debían de ocultar, y en las raras veces en las que sí que hubo protestas eran debidos a intereses personales del docente denunciante, no con la intención de ayudar a los agraviados, que normalmente eran los alumnos.

Pero incluso entre los propios alumnos, tampoco había protestas oficiales, solo comentarios de escalera en voz baja, críticas de cafetería y nada más. Cuando había que moverse, muchos decían que no, “es que yo acabo de comenzar”, “es que yo solo llevo un año con el profesor/a “X”, “es que yo ya voy a acabar” (eso yo también lo dije, no me estoy eliminando de mi propia crítica, todo lo contrario), o “es que yo ya terminé”.

Sobre esto, Pepe Rey escribe las siguientes verdades en Veterodoxia refiriéndose a todos aquellos alumnos que critican anónimamente en el foro de debate, pero no se quejan en persona:

“¿Por qué tanto miedo? ¿Qué clase de represalias temen? ¿Es esa la atmósfera que se respira en esa casa y en ese departamento? Pero, sobre todo, ¿siguen el mismo comportamiento de avestruz en sus estudios? ¿Prefieren no protestar ante la incompetencia y/o la injusticia? ¿Callan la boca ante los profesores que no cumplen su función? ¿Aceptan la ignorancia con tal de que les den una nota pasable? Quien estudia en niveles superiores es responsable de su educación más aún que los profesores que le asisten. Se trata de nada menos que de “su” aprendizaje y, en definitiva, de una parte muy importante de “su” vida presente y futura. Cuando tenga que demostrar sus conocimientos, no le valdrá la clásica excusa de “ese día no fui a clase” o “es que el profe era muy malo”, porque a nadie le importará. Hay o debería haber otros cauces para arreglar esos problemas. Supongo (no lo sé, porque hace mucho que me muevo lejos de aquella casa) que existe una asociación de estudiantes y que en el claustro y en los departamentos están democráticamente representados junto a los otros estamentos. Ahí es donde deben batir el cobre y no en esta página y, encima, agazapados en un vergonzoso y timorato ocultamiento. Si no son capaces de defender sus derechos donde deben hacerlo, que no vayan a llorar donde no les servirá de nada. Perdón por la crudeza de la expresión, pero semejante comportamiento me parece tan culpable o más del estado de las cosas que el de la dirección o los profesores. Los estudiantes no son víctimas del sistema desde el momento en que callan y otorgan. Son lo que se suele llamar “cooperantes necesarios”.[1]

En fin, no quiero venir a soltar moralinas, y acepto todo tipo de espetaciones a mis palabras, pero creo que otro gallo cantaría en la educación en general, y el conservatorio en particular, si todos, y no unos pocos, alumnos, profesores…nos quejásemos y denunciásemos la ingente cantidad de irregularidades que diariamente se ven, o se sufren, en las aulas.

Es cierto, “la época de las grandes revoluciones ya pasó”, como afirma Reverte, ya no hay grandes protestas que te ponen los pelos como escarpias, ni salimos a la calle por casi nada, pero tenemos garganta, y derechos, y si no, como poco, sabemos escribir y remitir nuestras quejas a nuestros dirigentes. Un día una profesora dijo en clase, que las quejas verbales delante de un café se quedan en el aire, y que si queremos cambiar el futuro, nuestro futuro, más nos valía pasar a la acción antes de que sea muy tarde, si es que no lo es ya.

Yo por mi parte intentaré aplicarme el cuento, ¿y tú?



Pd: Agrego a esta reflexión un texto del profesor Torres Mulas, Jacinto, que habla sobre la educación musical, y que no tiene ningún desperdicio. Dedicadle unos minutos, no os arrepentiréis.http://www.ceeaass.org/files/Leccion-Magistral_Jacinto-Torres_20101126.pdf

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