sábado, 8 de enero de 2011

El conservatorio, crónica de las cosas que están mal, y las cosas que están muy mal

Hace unos minutos escuchaba en la cafetería las disertaciones de dos profesores del conservatorio a cerca del estado del conservatorio, sobre las cosas que se hacen mal y las cosas que se hacen muy mal. Me habría gustado tener una grabadora, captar la conversación y transcribirla para poder colgarla al modo Luterano de las 96 tesis en cada puerta de la gran mayoría de los docentes de este conservatorio, para que supieran las cosas que de verdad necesita la enseñanza musical en España y en concreto en Salamanca. La verdad es que me alegró en demasía que cuando ya pensaba que solo lo alumnos, y no todos, éramos los únicos que veíamos el problema y las posibles soluciones, me encontrase con estos dos profesores y su opinión, tan clara y acertada, sobre el estado de la cuestión. Y es que no hace falta ser un genio para ver que esto no funciona, no es necesario ser omnisapiente para conocer la increíble cantidad de cosas que no marchan bien en el conservatorio superior. Y yo me pregunto ¿Tan difícil es ver las cosas que no funcionan y cambiarlas? ¿Si en otros conservatorios, y en especial en otros países, se ha evolucionado en la forma de educar por qué aquí parece que seguimos anclados en las premisas educacionales del siglo XIX? El tiempo de los grandes maestros ya pasó, el tiempo de las escuelas, de las corrientes individualistas marcadas por las enseñanzas de un solo profesor, el tiempo de pertenecer a una sola corriente murió. ¿Es que no se han dado cuenta la gran mayoría de los profesores que está demostrado que la mejor educación consiste en algo más global que “mi experiencia” algo mucho más vasto que “mis conocimientos adquiridos del maestro X”? Que no señores, que nos encontramos en pleno siglo XXI el siglo de la interculturalidad, el siglo de la interdisciplinaridad. Nos encontramos en un momento en el que si no sabes lo que se cuece a tu alrededor no eres nadie, si no dominas un poco de todas las materias no llegarás lejos. Y no, no soy de los que sostiene la idea de ser conocedor de todo y experto en nada, no eso no, pero hay una diferencia entre esa premisa y la que sigue en el conservatorio, esas línea individualista y herméticamente cerrada que prácticamente viene dada hasta por la organización arquitectónica del propio centro. Es cierto que debemos centrarnos en una materia e intentar saber cuánto más mejor de ella, pero hay diferencia entre eso y desconocer el resto de materias. ¿Es que no se han dado cuenta que el conservatorio funcionaria mejor si los alumnos supiéramos del resto de alumnos? Si los de cuerda supieran de los de musicología, o los de etno supieran de viento, o si los de piano se interrelacionaran con los d composición por poner ejemplos sin premeditar. Es cierto que en una de cada diez asignaturas, como coro etc. en ocasiones nos juntamos casi todos, y de ahí surgen asociaciones fruto de la amistad entre alumnos, surge la relación pero una relación que ni mucho menos está fomentado por el plan de estudios que nos ampara. Y sí, todos estamos de acuerdo en que los planes de estudio los hacen los políticos que no tienen ni idea de música y que es injusto… pero tampoco veo que los profesores luchen por mejorar la situación, nada más lejos de la realidad. Cuando observamos el comportamiento de los profesores nos encontramos que la gran mayoría no solo no abogan por la unión sino por todo lo contrario. ¿Por qué si casi la totalidad de los alumnos de Etno y Musicología queremos una especialidad conjunta, los profesores cada vez avanzan de forma más implacable hacia justo todo lo contrario? Y encima tienen la cara de vendernos con palabras bonitas que estamos perfectamente formados, que poco menos que somos la vanguardia española porque somos dos especialidades distintas, cuando hace tiempo que en el resto de Europa y EE.UU. se juntaron porque se dieron cuenta que eran complementarias y que no puede haber etnomusicólogos que solo sepan de el folclore castellano, ni musicólogos que solo sean especialista en la música occidental (esto último siendo extremadamente optimista).
Que no joder, que yo quiero saber música del mundo, porque quiero entender la forma de componer de Bartok, porque quiero ver las influencias de Falla, porque quiero ser intérprete de Tango, porque quiero conocer el RealBook o los distintos Reels, así como los Ragas… De igual forma que, como supongo, mis amigos y colegas querrán saber, al margen del modo de Mi, quien era Tchaikosky, dado que su plan de estudios solo le abarca 2 míseros años de historia, ¿Y estamos bien formados? ¡¡Venga ya!!
Pero tal y como me refiero a lo que me ataña directamente me meto también con lo que me tocó sufrir ya hace unos años y que algunos de mis amigos aún padecen. Por ejemplo la falta de seriedad de los profesores, el divismo que parece rodearlos. Nadie les dice que no sean buenos, al menos ellos saben de qué hablan y qué tocan, no como algunos que en mi especialidad improvisan clases o hablan según los artículos de otros, pero eso no quiere decir que tengas derecho a hacer lo que te dé la gana. El alumno ha pagado unas horas de clase, que tú cobras, cabrón, pero que no impartes, o que impartes fuera del horario lectivo o en tu casa o desde tu casa. Lo que pasa es que en España aún confundimos ser un buen intérprete con un buen docente. Puedes tocar el clarinete como nadie en el mundo pero eso no quiere decir que tengas la preparación pedagógica suficiente para impartir clases, o las herramientas necesarias para transmitir tus incalculables conocimientos, y claro, esa falta de herramientas, esa ausencia de recursos de transmisión te llevan a pensar que la forma de enseñar es machacar, desmoralizar, hacer al alumno cada vez más minúsculo para que tu ego siga creciendo. Esa falta de preparación, unida al ya citado precario y retrógrado plan de estudios, te lleva a pensar que todos tus alumnos quieren ser unos prodigios de su instrumento y desdeñas y desprecias la posibilidad de que alguno sueñe con ser profesor por pura vocación y no por frustración como la gran mayoría.
No puedo negar que en el conservatorio he aprendido, porque sería mentir, pero sí que puedo afirmar que no he aprendido ni un cuarto de lo que en teoría debiera aprender, y que la mitad de lo que sí he aprendido es fruto de lo que me ilustraron mis propios compañeros. Es cierto que gran parte de la paupérrima educación conservatoríl viene dada por la falta de medios económicos, que si no hay dinero no hay profes… pero también es cierto que la organización no del profesorado existente tampoco es la correcta. ¿Por qué tenemos sociólogos que no dan sociología y pedagogos que no dan pedagogía y sin embargo tenemos políticos y profesores de enseñanzas medias que se atreven a impartir todas las materias como si fueran expertos? Quizás si el conservatorio fuese menos enchufista y se contratase a la gente que de verdad vale y no a los amigos o alumnos de… quizás si existiese un control del profesorado, y me refiero a un control de calidad, a un examen, que en muchos sitios ya está en vigor desde hace años, en los que los docentes demuestren que sus conocimientos no han caducado, que siguen al día, para evitar que ciertos personajes saquen su plaza de trabajo vitalicia y abandonen sus aptitudes instrumentales o olviden sus conocimientos teóricos, si es que algún día los poseyeron, todo funcionaría mejor.


Pero que vamos a pedir si el conservatorio rezuma desidia y desinterés por los cuatro costados, empezando por el descuido del propio centro, las grietas kilométricas que parece que te van a llevar al país de Narnia, los fluorescentes fundidos (5 de 8 en una habitación del sótano sin apenas luz directa, que se dice pronto) las cabinas perfectamente sonorizadas para que los alumnos escuchen lo que está ensayando su vecino, y si tienen mala leche y mucho clasismo (que abunda en demasía) se puedan burlar a gusto del pobre novato de primero que intenta dar el nivel… Qué vamos a pedir en temas de educación si los que deben impartirla solo saben mirar su ombligo y su propio beneficio, si la tónica dominante que reina en el conservatorio es la de la envidia insana, la de la competición atroz entre profesores que se traslada irremediablemente a sus pupilos. Y claro nos tiramos de los pelos cuando un profesor no otorga la mención de honor a un alumno que la merece, porque el año pasado no se la concedieron a su alumno. Por favor, sepamos discernir, seamos autocríticos, el hecho de que tú hayas preparado a un alumno no es razón suficiente para que ese alumno posea matrícula de honor.
Y así podríamos hacer un repaso exhaustivo de todos de los estatus del conservatorio desde la dirección al conserje, desde la minúscula biblioteca hasta la cafetería, desde los preciosos e inutilizados jardines hasta las inexistentes aulas para el uso del alumnado repletas de material necesario para nuestra carrera que brilla por su ausencia, desde los nuevos planes de estudios, hasta la sordera de los dirigentes y responsables hacia las quejas y sugerencias de los alumnos y principales interesados. ¿Cómo no va a bajar el nivel del alumnado?¿Porqué cada vez hay menos alumnos? Pensemos que son las rachas de natalidad y así no tendremos que hacer autobalance de nuestra gestión, ¿Para qué?
Y la última cuestión que alguien podría hacer, ¿Quién coño eres tú para poner patas arriba el conservatorio en tres folios? ¿Quién te crees para no dejar títere con cabeza en escasos párrafos? Pues bien, no soy más que alguien que ha sufrido año tras años todas y cada una de las situaciones y actitudes que denuncio ( y muchas más que no enuncio para no deprimirme) alguien que siempre pretendió ser positivo pero que las circunstancias no le dejaron, alguien que vio marchar de uno en uno a los grandes maestros que de verdad aportaban grandeza al conservatorio, porque estaban hartos de batirse el cobre con una panda de ignorantes manipuladores, alguien que no critica por gusto, si no que preferiría construir en vez de esto, pero que visto lo visto solo le quedan las rabietas verborréicas, las pataletas dialécticas en un folio para poder al menos despojarse de un poco de la rabia de ver como sus estudio, su pasión, su vida… se ve abocada al un triste final, o a residir en el lugar más bajo de la escala, a ser una nota insignificante en el pentagrama de las artes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario