sábado, 8 de enero de 2011

Historias Reales

El cadáver del rey fue embalsamado el día 26 en su propia cámara, donde sufrió una ligera autopsia; después fue colocado en una caja de zinc, vestido de capitán general, y luego expuesto; el 27 por la mañana fue conducido, atravesando la Moncloa, hasta San Antonio de la florida, donde le esperaban el clero, las corporaciones oficiales, la grandeza y toda la servidumbre de palacio; las tropas formaban en dos filas hasta la puerta de palacio, y el pueblo se agolpaba a los dos lados del camino en toda la carretera.
Aquello era imponente, no era el entierro de un hombre lo que veíamos pasar, sino el entierro de un periodo histórico, acaso de la paz pública: era una esperanza envuelta en un sudario.
Los clarines sonaban con sordina tristemente, y los caballos que montaba el rey Alfonso pocos días antes, marchaban lentamente con sus penachos y arreos enlutados; el clero de la capilla con sus capas moradas, los criados del palacio, los empleados del patrimonio, mayordomos, gentiles hombre y demás categorías de la alta servidumbre, y los representantes extranjeros, precedían, rodeaban y seguían la negra estufa, que tiene en el pesacante una corona, y encerraba la caja mortuoria, forrada de damasco amarillo.
Al verla, el pueblo impresionado se descubría, y algunas mujeres sollozaban; y daba melancolía ver el escuadrón de guardias del rey, con sus cascos y espadas, dando la última escolta a su monarca, mientras las músicas de los regimientos tocaban la marcha real y los soldados presentaban armas al paso de la caja
Pero hubo una expresión aún más conmovedora: detrás del cortejo fúnebre marchaban algunos carruajes; en el primero iba la reina viuda cubierta por un manto y esquivando las miradas en el fondo de su coche; mientras la linda princesita, entre alegre y llorosa, miraba atentamente aquel gentío, acaso, ver por un lado tantos bordados de oro y tantos pañuelos en los ojos: aquello conmovía a los más duros, así como ver después en otro coche a la madre y las hermanas de D. Alfonso, llorosas y enlutadas (…)”

Bremón Fernández, José: La Ilustración Española y Americana, numero XLIV, Madrid 30 de noviembre de 1885, conservado en “Legajo Reinados, Alfonso XII caja 8795/3”, En archivo histórico del Palacio Real

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