miércoles, 9 de febrero de 2011

Los Listos

Hoy toca escribir de una figura que últimamente ocupa las conversaciones en mi grupo de amigos. Hoy mis letras se centran en la figura de un personaje estereotipado que todos conocemos y que por desgracia en algún momento de nuestra vida nos hemos cruzado y sufrido. Sí, hoy quiero reflexionar sobre la figura de “El Listo”.
“El listo” es esa típica persona que siempre tiene la razón y jamás se equivoca ¿Por qué? Sencillo, porque él es “el listo” y tú no sabes nada. Él es de esas personas que te vomita sus opiniones, y sienta cátedra sin dejarte lugar a la réplica, no porque sea un discurso inapelable, qué va, sino porque si cometes el error de abrir la boca estas muerto. Él lo sabe todo, y tú solo eres un pipiolo, un neófito, un principiante. Él es doctor en estos menesteres y tú un pobre iletrado, y así te lo hace saber abiertamente. Porque para ser un” listo” es imprescindible carecer de humildad a la hora de decir las cosas, un “listo” no aconseja, ordena, un “listo” no opina, avasalla. Que te quede bien claro que cuando un “listo” te habla y te bautiza con su sabiduría, te está haciendo un favor, porque tú eres un ignorante, y jamás podrás saberlo, porque el conocimiento es suyo, así que o opinas como él o no tienes ninguna razón. En realidad eres todo un privilegiado porque está compartiendo sus palabras áureas contigo, te está descubriéndote América.
“Un listo” es aquella persona que sabe más que tú en todo, incluso cuando hablas de tu propio trabajo, de tu propia carrera, de tus propias vivencias. Él sabe cualquier cosa y opina sin pudor aunque él nunca haya odio hablar de la “Teoría de la relatividad” y tú seas el mismísimo Einstein, porque su lógica le dice que no es así, y si su lógica lo dicta ya no hay nada que hacer ni decir. Las circunstancias que rodean a un ”listo” siempre están un nivel por encima del resto, siempre son mejores en absolutamente todo, sus estudios son mejores a los tuyos, y la calidad de los libros que dice que lee son infinitamente mejor que los tuyos, y las películas, y su ropa, y su ideología política y sus costumbres, sus hobbies…todo es mejor. El es bueno, y no puede evitarlo, él es el elegido y el resto pobres mortales.
Para un “listo” el tiempo no existe y las normas no van con ellos. Las reglas son para los pobres pringaos que las acatan. Ellos están por encima del bien y del mal y si desean explayarse en una conferencia 1 hora aunque tengas 20 minutos, no importa, los oyentes deben de valorar que se encuentran ante el maestro y solo les quedará asentir ante su conocimiento ingente, ante su vasta cultura. Un “listo” jamás reconocerá un error, jamás rectificará y por supuesto nunca se rebajará a pedir disculpas.

Sin embargo, no se dan cuenta de que dan pena. Porque “intentan fundar Caracas en pleno centro de Caracas, y no se dan cuenta”. Dan pena porque lo único que les importa es que les des la razón, que les dores la píldora y finjas que le admiras. No les importa tu opinión, tus vivencias, no les importas tú en general, les importa solo poder seguir alimentando su ego, poner una muesca más en su lista particular de batallas dialécticas. Porque ellos no entienden una conversación de la que ambos parlantes puedan retroalimentarse, para ellos son batallas que han de ganar a toda costa, aunque sea elevando la voz, o interrumpiéndote, su única ambición es ganar, quedar por encima, mantener su hegemonía, sus estatus superior y poder mirarte desde arriba.
Podría seguir horas con tan solo hacer una mirada retrospectiva de mis propias situaciones frente a los “listos” que me han rodeado a lo largo de mi vida. Pero no merece la pena, ellos nunca se darán cuenta. Además mis motivos no son enseñarles la buena vereda y reconducirles por la senda del señor, para eso ya están otros, mis motivos solo eran desahogarme y expresar una opinión personal, nada más. Quizás sea muy duro, quizás esté equivocado, pero eso lo dejo para que lo juzguen los “listos”.

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