domingo, 6 de febrero de 2011

Aquella noche y Aquel día.

Cuando encendieron las luces del local para indicar que la noche ya tocaba a su fin, decidió que tenía que ir al baño o no conseguiría llegar a su casa. Había sido una noche estupenda, había habido de todo, risas, momentos de exaltación de la amistad, y sobre todo aquél momento raro. Se metió en los urinarios y al salir se chocó con alguien.
-Coño, ¿Otra vez tú? ¿Dos veces en la misma noche?
- Menuda coincidencia, lo siento otra vez, por segunda vez en esta noche, en serio, no lo he hecho a posta
(Pues ojalá lo hubieras hecho pensó Eli, eso significaría que no he sido la única que he forzado esta situación.)
-En serio, perdóname, soy un torpe, disculpa
-Bueno pero que no se vuelva a repetir- Soltó una medio risa cómplice y se dio la vuelta deseando que él dijera algo.
-Perdona- dijo él atropelladamente.
-¿Me dices a mi niño torpe? –dijo con un tono a medio camino entre la seriedad y la broma.
-Después de tanto agravio por esta noche, no puedo abandonar este local sin intentar compensarte, pero antes necesito saber una cosa
-¿Cuál?
-Cuál es tu D.N.I.
-¿En seri..?
-No es broma, tu nombre es lo que ansío saber.
-Elisa ¿y el tuyo niño torpe?
-Alejandro.
-Bueno pues ya lo sabes ¿no? ¿Deseas algo más niño…esto Alejandro?
-Sí, invitarte a algo en algún lugar que no sea este
-Eli, venga que si no nos tendremos que quedar a dormir aquí.- Se oyó desde la puerta del bar.
-Espera un segundo Patri, porfa.
-Oye, Elisa, si has de irte con tus amigos, lo entiendo, encima que te empujo dos veces, no puedo pretende estropearte la noche, en fin olvídalo, y lo siento por infinita vez.
-No, espera. Te parecerá raro, pero tengo curiosidad, dime qué me ofreces exactamente.
-Hombre, son las 6 de la mañana, te ofrecería una copa, pero no sé dónde, también te ofrecería un café, pero te soy sincero, puede que me explote el estómago con un café. ¿Qué te parece un lo que salga? Salimos, andamos y lo que surja.
-Sin duda una de las mejores propuestas que me ha hecho un chico nunca. Acepto.
Si la mente hubiera dominado ese momento y, aunque solo fuera por un segundo, se hubieran parado a pensar que hacían paseando por la ciudad con un desconocido, mientras amanece y la gente va a trabajar, seguramente no lo habrían hecho. Pero esa mañana habían decidido no pensar. Primero dieron un paseo, hablando de bobadas, riéndose, tonteando. Descubrieron lo bonito que es presenciar el despertar de una ciudad, y caminaron durante una hora y media, al azar escogiendo las calles en función del orden alfabético, o jugando a la gallinita ciega, o simplemente siguiendo a alguien que les resultase divertido. Bailaron en medio de la plaza mayor y se subieron a una farola emulando que era el mástil de un barco pirata que ellos comandaban, hasta que les entró hambre, y decidieron desayunar. La forma de elegir el desayuno fue pensar en algún lugar cuyo nombre contuviera sus dos iniciales. La elección fue fácil, la cAfEtEríA LEnA, que estaba a dos calles de donde se encontraban. El problema llegó al tener que elegir cosas de almuerzo con el mismo método. No podían tomar zumo y churros, tampoco un donuts, ni un cola cao, así que pidieron un cAfÉ y una rAquEta.
Cuando terminaron ella le preguntó que cual sería el siguiente paso en el “lo que surja”, o si ya se había terminado la aventura. Estaban muertos de cansancio, pero la emoción y la curiosidad por seguir conociendo a esa persona que le había llegado tan dentro en tan poco tiempo, no les permitió abandonar. Así que decidieron salir a la calle, y caminar otro rato hasta que comenzó a llover. En ese momento Alejandro le dijo:
-No hay huevos a quedarte inmóvil bajo la lluvia durante al menos 15 minutos
-¿Que no? No sabes con quien te metes. Bajo este frágil cuerpo se encuentra la persona que más veces ha ganado un “no hay huevos”
-Ya lo veremos
La lluvia arreciaba con fuerza, la gente se resguardaba en los paraguas o en los soportales, pero ellos, inmóviles, dejaron que la lluvia les empapase por completo durante 15 minutos, hasta que Elisa le preguntó si en su maravilloso reto había pensado y planeado cómo harían para no morir congelados , a lo que Alejandro, obviamente respondió negativamente.
-Muy bien niño torpe ¿Y ahora qué?
-Te soy sincero, no tengo ni idea, pero me da igual, porque aunque no te lo creas…- se acercó a su oído y le susurró- Soy feliz.
A ella se le puso la carne de gallina. Pero ¿sería estúpida? Cómo una chica tan racional y cabal se había dejado llevar a ese punto de locura ¡Por un desconocido! Sin embargo, ella también era feliz, porque se sentía viva, con energías renovadas, con algo en el interior que no había sentido nunca. Entonces se separó un poco e intentando aparentar serenidad le dijo.
-¿Sabes niño torpe? Vivo aquí al lado. Nunca invito a extraños, pero tras estas horas tan surrealistas a ti no sé si considerarte un extraño. Sea como fuere, voy a hacer una excepción, visto que no me gustaría sentirme culpable de que tuvieras una neumonía, y ni mucho menos cogerla yo, así que…
-¿Esa es tu forma de invitarme?
-Supongo que sí.
-Entonces acepto.
Cuando subieron a casa Frank les vino a saludar, y sorprendentemente no ladró a Alex, aunque siempre ladraba a quien subiera con Elisa. Ella le ofreció una taza de algo caliente y le prestó una camiseta y un pantalón que tenía en casa de su hermano mayor, para que no anduviera mojado y le ofreció el cuarto de baño mientras ella procedía a cambiarse.
-¿No necesitarás ayuda Eli?
-Más quisieras. ¿Qué pasa que tú sí? ¿A caso no sabes cambiarte?
-Quizás ¿Quieres ayudarme?
Eli se acercó con aire provocativo, arrimó sus labios a los de él y le dijo:- De nuevo…más quisieras- y se dio la vuelta.
Pero no llegó a completar el giro completo, porque entonces él le agarró del brazo, sin violencia, pero con firmeza, la acercó a él, respiró profundamente, le miró a los ojos y con la otra mano deshizo el recogido que tenía en el pelo acariciando su cabellera pelirroja.
Horas más tarde, Eli se despertó sobresaltada, se giró rápidamente hacia el lado derecho y…estaba vacío. No podía ser. Había sido un sueño, pero tan real que había parecido de verdad. Mierda, pensó, eso solo me podía pasar en sueños. Se dio la vuelta hacia el otro lado y se abrazó a la almohada con ganas de llorar. Entonces una sombra apareció en la puerta y le dijo:
-Buenos días Lisi, son las 3 de la tarde y me he tomado la confianza de indagar en tu cocina y prepararte el desayuno para que reponga fuerzas, ¿Qué prefieres tostadas, magdalenas, zumo café…?
Ella le miró con los ojos humedecidos, le hizo una señal para que se acercase a ella, y cuando estaba lo suficientemente cerca le abrazó. Le abrazó con fuerzas y no contestó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario