sábado, 8 de enero de 2011

Una gota de sudor

Una gota de sudor cae sobre su frente. Apenas unos segundos para que concluya el partido y aun nada está decidido.Mil jugadas le asaltan el cerebro, infinidad de consejos de su entrenador, de sus compañeras, pero todas orientados a un mismo fin: meter canasta. Suena la bocina, se acaba el tiempo muerto. El equipo se exhorta a sí mismo, se lanzan gritos de ánimo mientras el público apoya con sus voces y sus ruidos… no consigue entender lo que dicen pero sabe que estarán con ella hasta el final. Pisa el parquet y mira el electrónico, apenas 9 segundos para el fracaso si no consigue anotar la canasta…¡pero que demonios! ¡Aquí no hay fracaso! Quedan 9 segundos para la gloria porque ¡SI SE PUEDE! El equipo rival salta a la pista y se colocan desafiantes defendiendo su feudo. Sus miradas dicen - Somos mejor que tú y no lo vas a conseguir - pero su experiencia durante tantos años en tantas canchas de baloncesto le dice que en el fondo ellas también tienen dudas y miedo, mucho miedo de perderlo todo en unos segundos. Porque llegados a este punto nada consuela al perdedor, es triste, pero cierto. El que gana, sigue. El que pierde, se queda, y muy poca gente recordará que jugaron bien o que fueron un buen equipo.
Le sudan las manos. Le pesan los brazos. Pero su cerebro está más activo que nunca. Respira hondo, expulsa el aire de sus pulmones y con él la tensión de su interior, no hay lugar para las medias tintas. El árbitro le entrega el balón y el tiempo comienza a contar. Le entrega el balón a su base y comienza a correr hasta pasar la línea divisoria. La base tiene problemas para mantener el balón, pero el extra de adrenalina que genera su cuerpo, junto a su calidad le hacen conseguir que este permanezca en su poder esquivando a los rivales y evitando la falta. El balón vuela hacia otra compañera, que esquiva el bloqueo de su defensora y se lo pasa a ella.
No mira el crono, sabe que el tiempo está apunto de espirar pero confía en ella. Siente la respiración de su contrincante muy cerca, pero esta vez no la podrá parar. De un golpe rápido de vista comprueba que se encuentra fuera del perímetro de 6,25 y automáticamente se levanta. Se encuentra el brazo de su defensora delante pero ahora no se pude dudar. Ha metido muchos triples, y ahora no es momento de expecular . Suelta el brazo y expulsa el esférico hacia la canasta.
Mientras el balón se dirige hacia el aro el tablero se ilumina indicando que esto se ha acabado. Su última esperanza es que entre.
Por fin el balón arriba al aro y se introduce por él, cayendo de nuevo al parquet.
El público no se lo cree y grita desaforado como si hubieran presenciado un milagro.
Sus compañeras se abalanzan sobre ella con los brazos abiertos, el banquillo invade la cancha de juego. ¡LO HA CONSEGUIDO! Tanta preparación mental y física han servido para algo. Ha sido capaz de insuflar ánimos y esperanza a miles de personas, pero sobre todo ha recompensado el trabajo de todas sus compañeras, el trabajo de un ¡¡¡¡EQUIPO!!!!
Pero no hay lugar para la euforia porque esto solo era para forzar la prorroga. Aunque con esta dosis de moral no habrá equipo que se les resista, ahora mismo son las dueñas del mundo y nadie se podría enfrentar a ellas y salir victorioso.


10 minutos más tarde y tras otro tiempo añadido, por fin lo han conseguido. Han derrotado a un equipo muy superior a ellas. ¡Han conseguido vencer! Los espectadores saltan, gritan, cantan, chillan… el cuerpo técnico se abraza y se felicitan. Suena la música, saltan los flahses. Sus compañeras hacen piña en el centro del campo sintiéndose arropadas por los cánticos de ánimo de su público. Por su cabeza pasan miles de recuerdos, miles de imágenes de toda la gente que le apoyó y que creyó en ella. Hoy ha hecho historia y nunca lo olvidará.

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